Confeti Mental


Llamo a su Dios con un grito al cielo
Las nubes de plata borboteaban del ocaso
Deslumbraba la penumbra en un último aliento de sol
Disecciono con sus palabras su viejo cuerpo
Confecciono en su confesión un disfraz pulcro

“¿Amado Padre, acaso es tu aliento en el viento
Que ha dejado escapar su voz sin que pudiese oírte
Traspasando el horizonte inadvertidamente?
¿Es mi última duda acaso, mi última esperanza?”

“He vuelto a husmear en mi cerebro piñata
Luego de unos golpes ha cedido
Algunos cuantos caramelos y confeti mental
El sabor de un licor de neuronas.”

Proseguía sin respuesta gritando al cielo
No había nadie a quien gritarle fuera
Debió gritar hacia dentro
Retumbaba el rumor de su alma
Aquel eco de conciencia deliberada

“Es el delirio de mi propia voz
¿Acaso lo sé y decido ignorarlo?
Es más hermoso pensar que alguien mas
Todo lo sabe”

“¿Si solo me ampara la experiencia en la que existo?”

Caminó unas cuadras, hasta la vieja catedral
Miro su nueva fachada de burdel de arpías
En la puerta principal, dio un paso hacia dentro
Se detuvo un instante para mirar aquel símbolo
Sin reverencia ni pleitesías dio su último adiós
Dio su espalda y se entregó de frente hacia el mundo
Y sintiéndose dueño de lo absurdo empezó a vivir.

“Antes que yo, otros habrán pisado este asfalto
Habrán elegido su historia, obrada por si mismos
Otros a la deriva sin saber, víctimas de su ignorancia
Pero dueños de su propia suerte”





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